Por: Dra. Norma Julieta Del Rio Venegas
Comisioanda del INAI
Las personas informadas conocen mejor sus derechos y obligaciones. Un ciudadano que conoce sus derechos puede llevar a cabo mejores prácticas para la convivencia social. Para que esto suceda, se necesitan dos elementos: información y educación. Información, para conocer los derechos que se derivan de las leyes y de las obligaciones de las instituciones; y educación, para saber qué hacer con la información y transformarla en conocimiento que lleve a las personas a la solución de problemas de su vida diaria.
El acceso a la información y la educación se materializan mediante la tecnología disponible en el lugar y tiempo donde se ubiquen sus agentes y receptores. Actualmente el desarrollo tecnológico es excluyente: existe una desigualdad en el acceso a internet y a sus innovaciones. Por un lado, atestiguamos una revolución digital con avances propiciados por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), pero en la otra cara de la moneda, una gran parte de la población del mundo vive excluida del paradigma de la era de la información. Los factores socioeconómicos, geográficos e históricos dan forma a la llamada brecha digital. Mientras que en algunos lugares del país hay penetración de internet y artefactos de última generación, en otros sitios ni siquiera tienen conexión a la telefonía móvil.
Quien tiene acceso a las TIC, tiene también acceso a más fuentes informativas. Hoy en día producto de la pandemia del COVID-19, el acceso a la educación también implica el acceso a la tecnología. Quienes son excluidos de las nuevas tecnologías y de la educación carecen de elementos esenciales para poder formar una opinión informada sobre lo que ocurre en su entorno. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), casi tres de cada 10 personas que viven en el país padece algún tipo de brecha digital. La mayoría de los ciudadanos excluidos radican en zonas rurales. La mayoría de las personas conectadas viven en áreas urbanas y su principal forma de conexión es el teléfono inteligente.
En este conecto, organismos garantes del derecho a la información cobran un papel relevante. En el Instituto Nacional de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) y en el Sistema Nacional de Transparencia (SNT), tenemos la obligación de garantizar que las personas estén informadas de lo público. La brecha digital, es decir, la falta de acceso a las redes de internet y sus innovaciones, pero también a aparatos tecnológicos como las computadoras portátiles o los smartphones, se ha convertido en un obstáculo para el ejercicio de los derechos informativos de la sociedad.
En este sentido, producto de la revolución tecnológica y de un nuevo escenario propiciado por la crisis sanitaria del nuevo coronavirus, internet se ha convertido en los últimos años en uno de los principales espacios donde la sociedad mexicana se informa de lo público. La Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) y sus innovaciones como los buscadores temáticos, son una herramienta vital para garantizar a las personas el derecho a estar informadas. Hoy en día, el INAI trabaja en el desarrollo de mecanismos alternativos para promover estas libertades entre quienes no tienen acceso a las nuevas tecnologías. Un ejemplo de ello, son las “Caravanas de la Transparencia” a través de las cuales personal especializado visita municipios y comunidades rurales para difundir el derecho a saber entre grupos sociales excluidos de la vorágine tecnológica.
Tanto el INAI como el SNT deben extender su agenda de trabajo con otras instituciones públicas y privada relacionadas con las telecomunicaciones para encontrar nuevas alternativas para disminuir la brecha digital. En la sociedad actual, el conocimiento y la información son los pilares del cambio social y tecnológico en el mundo. Tan sólo durante la pandemia, 37 millones de estudiantes cambiaron los muros y ventanas de los salones por una pantalla sobre un escritorio. La pandemia visibilizó las exclusiones. La falta de acceso a las TIC puede profundizar las desigualdades sociales. Quien está incluido posee más herramientas para desarrollar actividades en su vida y tomar decisiones. Quienes carecen de acceso a los nuevos artefactos, son marginados y terminan abortando sus planes de vida.
@julietdelrio